Cuando finalizó la 2ª Guerra Mundial y su
Anexa Guerra de Corea, los países
centrales de la economía mundial reconvirtieron su producción centrada en el
esfuerzo bélico, a la totalidad de los rubros
que normalmente abarcara. Así volcaron a
las nuevas fábricas todos los avances tecnológicos surgidos en el período. Se
suman las potencias “derrotadas” con mano de obra barata al comienzo y con
nuevas generaciones con formación técnica más avanzada que competirán con los
países que como Uruguay tenían exportación de materias primas sobrevaluadas por
las guerras y se verán invadidas por nuevos y baratos productos que arrasarán
la débil industria de sustitución de exportaciones. Estos dos rubros (materias
primas e industria interna) eran la ocupación de una inmensa mayoría de los
trabajadores uruguayos.
Las clases dominantes predominantemente
conservadoras y representadas por los Partidos Fundacionales, no hacen el
suficiente esfuerzo para superar la nueva coyuntura y optan por trasladar el
peso de la crisis (primero económica, pero que luego será social, política y
cultural) sobre los trabajadores de la ciudad y el campo y sobre los de una
educada e influyente clase media que no aceptarán con resignación las
consecuencias de su incapacidad para
modernizar al Uruguay e integrarlo a la región.
Las organizaciones de la izquierda clasista
tanto social como política serán removidas hasta sus cimientos por el desafío
de la hora y producirán en ellas mismas una renovación en todos los planos, que
se reflejará en el Congreso del Pueblo que fuera el generador de una plataforma
de soluciones a la crisis que, a su vez será la base de la unidad obrera en la
CNT y la posterior unidad política que dará origen a nuestro Frente Amplio.
Pero esto no será un llamado a la reflexión
para las clases conservadoras cada vez más atadas a los intereses de las potencias imperiales en una época en
que todo se veía enmarcado en el maniqueísmo de la Guerra Fría.
Estos sectores al perder a los integrantes más avanzados en su emigración hacia el Frente
Amplio, se atrincheraron ahora ya no en ideas conservadoras sino en un proyecto
francamente reaccionario, que no sólo va a la represión en la calle y en el
trabajo de quienes ajenos a la conducción de la economía y del Estado se
resisten en todas las formas imaginables.
Rápidamente transforman al Estado en un aparato de fuerza anti popular y
extrangerizante.
Así se llega al Golpe de Estado en el que
los sectores más retardatarios en lo económico y social, encubiertos en la
lógica de la Guerra Fría que les daría la protección imperialista, se asocian a
los militares ideologizados en el anticomunismo y en la Doctrina de la
Seguridad Nacional enseñada en la Zona del Canal de Panamá. Avanzan en pasos
progresivos para instaurar el Estado Fascista del que era abanderado Juan María
Bordaberry.
Pero, a pesar de las derrotas iniciales con
su larga secuela de represión terrorista, tortura, desapariciones, cárcel y muerte, el Pueblo Uruguayo con sus
organizaciones sociales y políticas logró que la Dictadura naciera herida de muerte
gracias a la Huelga General y que el Proyecto
de Constitución fascista fuera rechazado por el Plebiscito del NO de 1980.
El Frente Amplio tiene el mejor derecho
para recordar esta fecha. Son cuarenta años de luchas y aprendizaje.Nuestra
bandera es la de los que dejaron sus vidas haciendo sacrificios de toda índole por la felicidad de
los uruguayos.